lunes, 5 de agosto de 2013

Apuntes, la clave del estudiante

El verano, pese a ser una estación asociada generalmente con el descanso y las vacaciones, implica también un periodo en el que no hay que dejar de lado otros aspectos de la vida, ya sea por necesidad de mejora formativa y/o profesional o ya sea por la obligación de tener que preparar los exámenes de septiembre debido a la falta de rendimiento durante el anterior curso escolar. Cursos de verano, academias de repaso, clases particulares son elementos que se convierten en indispensables para prepararse para la llegada del siguiente periodo lectivo y un nuevo curso escolar. De mis años estudiantiles (que ya quedaron atrás, pues uno ya no es el mozalbete estudioso de tiempos pretéritos), obtuve la máxima de que los estudios son como la guerra: sino estás bien preparado, la batalla será ardua, especialmente dura y condenada al fracaso. Igual que un soldado, el estudiante debe ir con todas sus armas y destrezas agudizadas y listas para el enfrentamiento, siendo los hábitos de estudio, la organización y el esfuerzo sus mejores aliados. Para ello, el buen estudiante, o al menos el que se toma la molestia en prepararse para lo que está por venir, debe tener claro que, como herramienta de estudio, unos buenos apuntes son el equivalente a un arma cargada y con un excelente mantenimiento, un chaleco antibalas y una buena cobertura para el soldado.

Sin embargo, tomar apuntes no es tarea fácil. Hay que ser organizado, limpio, metódico y con capacidad 
para la síntesis y el resumen. Está claro que no siempre es posible redactar unos apuntes impolutos y claros, pero si que es posible, tras la ardua batalla de las clases, reunir toda la información recopilada y pasarla a limpio, de forma resumida y esquematizada. Por supuesto, lo ideal sería hacer como Marco Tulio Tirón, inventor de la taquigrafía, esclavo y secretario de Cicerón e inventor de la taquigrafía, del que se dice que lograba tomar de los discursos de su amo al mismo ritmo que iban siendo pronunciados, y que dejo plasmados para la posteridad. Ojalá todos tuviéramos a mano un experto taquígrafo como le sucedió a este famoso cónsul romano, quien no tenía problemas en ver registrados sus discursos, conversaciones y cartas al dictado. Pero, aunque no siempre podemos hacer esto, siempre queda el recurso de la búsqueda, entre compañeros, en internet o debajo de las piedras de una fuente donde obtener los ansiados apuntes que nos ayuden en el estudio. En ocasiones resultas afortunado al topar con alguien que te puede solucionar esto, generalmente un compañero estudioso y aplicado que logra tomar nota de forma metódica y organiza unos apuntes que acaban entrando casi en la leyenda (caso real que conozco). Sin embargo, lo más habitual es acabar encomendándote a San Judas Tadeo, patrón de las causas imposibles o a ese otro popular santo, San Google, para navegar en busca del arca perdida, lo cual puede resultar más fácil que hallar los apuntes que andas buscando.

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